Todos sabemos que la inteligencia no garantiza el éxito en la vida, ni tampoco unos resultados académicos excelentes. Cuando era niña, mi padre solía repetirme continuamente una frase, a modo de sermón: “no aprende quien puede, sino quien quiere”. Entonces no entendía lo que quería decir, pero ahora que soy madre esas palabras han cobrado todo el sentido.
Creo que una de las mejores cosas que podemos dar a nuestros hijos, y más ahora en Navidad, es una caja con las herramientas necesarias para incrementar su tolerancia a la frustración.