La misión de la educación no debería de ser la de crear copias exactas, sino la de permitirles encontrar su propio camino, su propia forma de hacer las cosas y de pensar.
Ojalá existiera una varita mágica con la que pudiéramos dar a los niños en la cabeza para hacerles pensar… ¿Verdad? Pero no existe, así que debemos ser los adultos quienes les enseñemos cómo hacerlo.