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2 Jul

Rompiendo los moldes de la educación

La evolución de nuestra especie se produjo porque hubo seres humanos que sacaron los pies del tiesto, se arriesgaron y rompieron moldes. Sin embargo, el sistema educativo tradicional se empeña en que todos los niños aprendan lo mismo, al mismo tiempo y sin rechistar. No hay lugar para la creatividad y la diferencia.

 

¿Realmente queremos que nuestros hijos obedezcan órdenes sin preguntarse nada más o que sean capaces de pensar por sí mismos? A veces los padres nos dejamos llevar y nos perdemos por el camino de la educación. Es fácil que suceda. Queremos que nuestros niños sean como los demás: que obedezcan,  que destaquen, que saquen buenas notas, pero silenciosamente, sin salirse del montón, no vaya a ser que…

 

Sí, yo también me he quedado mirando las notas de mi hijo, cuando estaba en Infantil, pensando en cómo hacer para mejorarlas… Lo reconozco. Pero con el paso del tiempo me he dado cuenta de que eso no es lo importante. El objetivo de la educación no es que los niños saquen buenas notas o tengan un comportamiento ejemplar, sino que aprendan a solucionar problemas, a relacionarse con los demás y sean felices; que aprovechen sus cualidades innatas y las desarrollen.

 

Hoy en día ya sabemos que unas buenas notas no son la panacea. Una buena carrera no te asegura un buen trabajo, ni siquiera un trabajo, y por supuesto, tampoco la felicidad. Lo más importante es saber quién eres y qué es lo que quieres.

 

Aunque el sistema educativo se empeñe en tratarles a todos como si fueran idénticos, no es cierto, cada niño es diferente y no son moldeables. El auténtico objetivo de la educación debería ser ayudarles a encontrar su lugar en el mundo y convertirse en la mejor versión de ellos mismos, no conseguir que saquen las mejores notas posibles para que puedan elegir la carrera con más salidas.

 

Cuando yo era niña, recuerdo que mi padre siempre me repetía lo mismo: “No seas la primera, tampoco la última,  obedece y chitón”. Pero puede suceder que crezcas creyendo que lo que tienes que decir no le interesa a nadie y eso destruye tu autoestima. También puede que termines obedeciendo órdenes injustas que van contra tus principios, siguiendo la corriente, como un velero sin timón abandonado a su suerte.

 

¿Realmente queremos que nuestros hijos obedezcan órdenes sin preguntarse nada más o que piensen y decidan por sí mismos? ¿Se puede aprender de otra manera?

 

Nacidos para aprender:

 

Ana Díaz

Periodista.

2 Comentarios
  • Neus Portas

    Muy cierto… No logro entender porqué cuesta tanto poner el foco en lo realmente importante. A mí me parece mucho más gratificante e interesante, pero quizá implique más esfuerzo para quien no lo vea así, no? Gracias por el post!

    03/12/2015 at 10:28 am Reply
    • Ana Díaz

      Gracias a ti por tu comentario, Neus. Un saludo.

      03/12/2015 at 11:44 am Reply

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